El tema me viene a la mente después de recordar cómo, a finales del 2008, teníamos que entregar lo que habíamos hecho durante el año. Entre las cosas que entregamos había un catálogo en XML con especificaciones de SCORM de 640 libros digitalizados. La locura llegó cuando, después de entregar un DVD con el catálogo, un administrativo nos pidió que mejor lo imprimiéramos. Cinco juegos. Nosotros nos preguntábamos, ¿para qué? Solo una computadora puede leer eso de un modo útil, casi todo es código y son más de mil páginas por juego. La respuesta era sencilla: burocracia. Entregarles solo un DVD, según nos dijeron después, no justificaba el precio que habían pagado por el catálogo. Todo ese episodio fue ridículo, claro, pero el problema de fondo es que la impresión en papel sí justificaba nuestro trabajo, además del volumen, y no el trabajo mismo aunque su destino fuera absolutamente digital
Días después, hablando del asunto con un amigo académico, que recibe apoyo de los programas mexicanos de estímulos a la investigación, me enteré que dichos programas no reconocen las publicaciones electrónicas como trabajo académico y además, como parte de su entrega anual, deben presentar una copia de cada publicación que realizan. Evidentemente en su caso se puede argumentar que las publicaciones digitales no tienen todavía tras de sí el sistema de revisión, dictaminación y validación que es necesario en el trabajo académico. Pero, no pude evitar preguntarle, si esas investigaciones son financiadas con dinero público ¿no deberían estar disponibles en línea de manera abierta o por lo menos contar con un catálogo de los títulos para fomentar su desarrollo y el intercambio de información? No existe tal cosa, ni catálogo ni publicaciones en acceso abierto y, por otro lado, se ve claramente que en México las publicaciones electrónicas, y lo digital en general, pertenecen todavía al reino de la ciencia ficción y que la educación en su conjunto no apoya ni entiende todavía el uso educativo de la red. Al final, me queda claro, adoptaremos tardíamente el sistema que se imponga en Estados Unidos para las publicaciones digitales y no participaremos en su desarrollo, más que al momento de adaptarnos a los requerimientos que establezca.