Al realizar una encuesta, sobre la capacidad de la gente para crear archivos PDF, me di cuenta que en México, y asumo que una buena parte de Latinoamérica, se tienen retos interesantes respecto a la utilización de los medios digitales en nuevas formas de comunicación. El analfabetismo computacional y la considerable brecha digital que subsiste en nuestros países se combinan para frenar el desarrollo de nuevas iniciativas digitales que mejoren la difusión y comunicación de las culturas latinoamericanas en Internet. Existen proyectos muy vanguardistas en nuestras latitudes, sin embargo llegan a terreno estéril cuando se enfrentan a la poca difusión, uso y retro-alimentación que reciben de los usuarios. Bueno, pero por ahora empezaré por el principio de estas reflexiones.
Hace un tiempo utilicé miencuesta de Facebook y twtpoll de Twitter, para realizar una encuesta en línea respecto a la utilización de los archivos PDF. Intentaba discernir un poco la relación entre los usuarios y un formato tan común. Puesto que en varias ocasiones he visto como amigos y conocidos, que representan al usuario común –aquel que solamente utiliza su computadora para navegar en internet y con suites de programas para oficina, se enfrentaban, por cuestiones institucionales, a la creación de un documento PDF y no sabían cómo hacerlo. Me pareció extraño que un formato tan difundido en todo tipo de ambientes –laboral, escolar y casero– presentará tal complicación para generarlo. Lo cual me llevó a recordar la primera vez que tuve que crear un archivo PDF y visualicé perfectamente la investigación que entrañó descubrir cómo hacerlo, así como la sorpresa que sentí al darme cuenta que Adobe Reader no servía para eso. Bueno, de regreso al escenario específico que me encontré respecto a la necesidad de crear PDFs: la Universidad Nacional Autónoma de México pide, como parte del trámite de titulación, una copia digital de la tesis en este formato. Lo cual ha producido un mercado específico para los impresores de tesis y cafés internet que rodean la ciudad universitaria de la ciudad de México: ahora cobran el servicio de generación de los archivos PDF que se solicitan para la titulación. Cabe resaltar que dichos archivos son destinados al catálogo digital de las tesis –tesiunam– que puede ser consultado en línea por cualquier persona, lo cual es un excelente esfuerzo para difundir el trabajo realizado en la UNAM. Sin embargo, también hay que puntualizar que desde el momento que los estudiantes recurren a un servicio de paga, para generar un archivo PDF, existe un bache en el uso de un archivo propietario. Lo cual en general ya se sabe…
Por otro lado, la encuesta que publiqué fue de mucha ayuda, pero no porque haya sacado información relevante respecto a la capacidad de los usuarios para crear archivos PDF. Sino para visualizar la necesidad de establecer una estrategia digital muy bien enfocada que me permita llegar a los usuarios comunes que me interesaba abordar o, bien, habría tenido que hacer dichas encuestas por medios tradicionales. Puesto que fue claro que, con el medio escogido, enfoqué mi encuesta a usuarios de computadora más avanzados. Lo cual me llevó a pensar en el llamado analfabetismo computacional y sus relaciones con la brecha digital en México.
Actualmente colaboro en un proyecto de investigación en la UNAM y, por lo tanto, convivo con muchos investigadores en humanidades. Me he dado cuenta que a muy pocos, pero muy pocos, les interesa el desarrollo del internet como medio de difusión del conocimiento. En general son renuentes a la comprensión de este medio e incluso lo ven como un peligro. Si bien existe un cause que por inercia jala a los usuarios a las nuevas relaciones que, cada día, se producen en internet, pero lamentablemente dicha corriente depende de las formas que lleguen al mainstream mundial. Lo cual nos habla de un analfabetismo computacional en todos los niveles educativos. No es suficiente tener una computadora, sino utilizarla más allá de una simple máquina avanzada de escribir. La colaboración e intercambio de información podría fluir de maneras asombrosamente rápidas y efectivas en los medios académicos de nuestros países, cosa que no sucede. Esto es solamente en un ámbito muy reducido de la población. Por último, los porcentajes de población en Latinoamérica que tienen acceso a una computadora, y más aún a una conexión a internet, son muy bajos. Lo cual circunscribe crecidamente el desarrollo de nuevas estrategias de comunicación que se adecuen a nuestra cultura. Considero que no sólo es suficiente importar o implementar tecnologías muy avanzadas, sino que debemos –justo como me sucedió con una simple encuesta– adecuar la usabilidad de dichas tecnologías para que sean aprovechables por cada vez mayor población y, a su vez, más coherentes con los usos y costumbres de nuestras latitudes. Lo cual, para mí, es parte importante para la generación y aplicación de nuevos proyectos en cualquier lugar del mundo.
Además está la resistencia al conocimiento interdisciplinario.
Para muchos «especialistas», ya sean médicos, abogados, antropólogos, contadores, etc. sería impensable tener que aprender algo fuera de su campo de conocimiento… incluso cosas tan simples como crear un archivo PDF.
A ellos, por su parte, no les gusta compartir sus conocimientos y que personas ajenas invadan su esfera.
Es típico que a los médicos y abogados no les agradan en absoluto los pacientes o clientes informados y respondones.
A la mayoría no le gusta pensar, no quiere aprender, no le interesa el conocimiento, hablo especialmente de muchos universitarios (porque en ellos es imperdonable) que lo único que buscan es conseguir el título (si pueden tomar atajos mucho mejor) para intentar escalar la pirámide social; me refiero también a muchísimos profesionales que sólo buscan «sacar la chamba» para cobrar sus sueldos o sus honorarios.
Son personas que no les importa desarrollarse, mucho menos innovar, generar nuevos conocimientos, tecnologías, métodos.
Son haraganes que siempre que puedan delegarán o pagarán para que otros hagan su trabajo o resuelvan sus problemas.
Soy un autodidacta que no sabe gran cosa, pero tengo parientes que siempre me piden que les haga trabajitos, como puede ser instalar un calentador de agua, plantar un árbol, reparar un motor eléctrico, hacer un dibujo vectorial, copiar un DVD, etc., el caso es que cuando les ofrezco enseñarles, en vez de hacerles las cosas (porque además pagan muy mal aprovechando que son familia), me dicen que sí, pero no me dicen cuándo.
Pingback: Esimio Incomprendido
No deja de ser impresionante la visión de negocios de algunos individuos que parecieran atesorar el conocimiento, y no entienden que las ideas no se pierden cuando las compartes.
COincido contigo, yo intento ser una especie de «evngelizador» (tomandome muchas licencias) pero a la gente que quieres ayudar muchas veces es culpable de una pereza (y mental que es lo peor) inaudita, ellos no quieren complicarse la vida, parece que la marca que vende «sencillez» tiene ganada la partida