Comunicación interactiva

Según Bateson la comunicación interactiva se observa en el comportamiento común de las personas, siendo que entre ellas se recibe una respuesta constante, percibida no sólo con el hecho de hablar y escuchar, sino que se usan todos los sentidos de forma sistemática, para afirmar o contradecir la información recibida, como la gestualidad o un silencio, en el que se integran en una semiótica general, convirtiéndose una participación activa entre ambas partes, hablante y oyente, en el que pueden estar en el lugar del otro utilizando diferentes códigos visuales que han sido establecidos dentro de su misma cultura. Esta idea dinámica es una comunicación interactiva que pueden ofrecer algunos medios electrónicos, como el Internet en donde se recibe una respuesta inmediata, generada por alguna acción del usuario, que sería todo lo contrario a la actitud pasiva que se toma ante el televisor. En otras palabras, basándonos en la idea de que los diferentes discursos que se utilizan en la vida social no están seccionados, ni se encuentran individualizados, sino por el contrario, estos se encuentran articulados en múltiples redes de un integración de diferentes textos, esta intertextualidad se observa con mayor claridad en la comunicación contemporánea.[1] En esta premisa se considera que a estas redes dialógicas, no solo como la actitud de un enunciador y un destinatario inmóvil (uno habla y otro escucha), sino en un diálogo constante de protagonismo doble, en el que la actitud de respuesta del oyente se toma en cuenta desde el principio de la comunicación. Siendo esta una compleja relación de emisor y espectador que los massmedia han asumido. Debido a que la postura del enunciador construye una posible imagen de su destinario adelantándose a la posible actitud del espectador. Ese «otro», el receptor se encuentra presente desde el inicio del diálogo antes de ser formulado:

Cuando el enunciado está en la etapa de su creación por el hablante, estos últimos, por supuesto, aún no existen. Pero el enunciado se construye desde el principio tomando en cuenta las posibles reacciones de respuestas para las cuales se construye el enunciado. Ya hemos dicho que estos otros, […] no son oyentes pasivos sino los activos participantes de la comunicación discursiva.[2]

Este principio se puede aplicar a la comunicación visual digital, debido a que las cualidades de los medios electrónicos lo permiten ya que generan las ideas a partir de un diálogo con el usuario y el medio a través de la intertextualidad, es decir, la interacción del usuario con el medio puede crearle una imagen mental sobre el contenido, lo cual provoca que el lector tome una cierta actitud sobre el mismo. De esta manera el diseño debe contemplar estas circunstancias sobre el cibernauta por ser participante activo de la comunicación.

Es por eso que no se puede pensar en una relación unidireccional entre el productor-mensaje-intérprete ya que está intricada en distintas redes mediáticas y discursivas como es en el mundo del ciberespacio como las redes sociales o en los juegos de video, existen diversas implicaciones de la construcción de la comunicación entre el medio electrónico y el usuario, al convertirse este último en receptor activo.


1 Archuf Leonor et. al. (2003). Diseño y comunicación. p. 163.

2 Bajtin, M. (1982). Estética de la creación verbal. Siglo XXI, México. p. 285.

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